Esta costumbre data desde hace muchos años y se ha convertido en una importante fiesta para los habitantes del pueblo mágico

Como parte de las tradiciones del pueblo mágico de Tepoztlán, el 7 de septiembre se celebró el bautizo del último Tlatoani prehispánico, «Tepuztécatl», acontecimiento que data de 1538. Esta celebración es una fusión cosmogónica de las culturas, prehispánica y religiosa, que se ha convertido en un importante ritual en Tepoztlán desde hace 483 años.

Como parte de este ritual, los tepoztecos conservan su tradición oral que enriquece los procesos culturales y cada año, realizan una ofrenda al Tepozteco, subiendo el cerro pero que también desde sus hogares.

La maestra María Concepción Hernández, es una profesora jubilada, que preserva esta importante tradición y durante más de treinta años, la compartió con sus alumnos, como parte de la educación referente a su entorno social, el rescate y preservación de la tradición oral.

«Tepuztécatl, fue el último Tlatoani de Tepoztlán, conocido como el último rey de la comarca, y cada siete de septiembre tenemos un encuentro con él», expresó María Concepción Hernández.

Con esa grandeza que marca la historia, también es importante recalcar sus montañas de rocas, árboles sagrados y su arqueología. El Teocalli llamado hoy «La casa del Tepozteco», localizada en la cumbre de aquel peñón conocido como el cerro del Tepozteco, edificada en su honor, como gratitud y respeto.

La ofrenda al Tepozteco y la velación es un ritual que se realiza de forma ancestral y revive el acontecimiento de la historia de este pueblo que radica en el estratégico sometimiento del Rey Tepuztécatl a la evangelización a través del bautizo ocurrido en el lugar conocido como Axitla por Fray Domingo de la Anunciación de orden dominicana.

«Desde muy pequeños nos enseñaron a ofrendar al Tepozteco, cada siete de septiembre. En el altar, colocamos mole verde acompañado de chilacayote, porque se cuenta que Tepuztécatl le gustaba el mole, y este se acompaña con tamales blancos que se hacen con manteca, envueltos con hoja de maíz, aunque también pueden ser tamales con frijol fresco, que deben ir envueltos con la hoja verde de la milpa. Así como fruta de temporada, nísperos, ciruelas, limas y cuajinicuiles. Y flores de campo, como las llamadas miguelitos».

Su padre, el señor Hipólito Hernández, es quien le inculcó estas tradiciones y quien solía contarle las grandes historias que encierran el misticismo de Tepoztlán.

«Mi padre me decía que anteriormente la ofrenda no se llevaba a la pirámide, es una costumbre que empezó a realizarse en las faldas del cerro, donde se dice que fue bautizado Tepuztécatl, se le llama Axitla. Todavía podemos ver la pila bautismal, aunque ya no se le da la importancia real, pues está invadida de muchos puestos actualmente». Así se fue haciendo una tradición, pero subir hasta la pirámide y ahí ofrendar acompañada del sonido del teponaztle, el tambor y la chirimía.

«Con el tiempo, varias familias de la comunidad empezaron a preparar sus ofrendas en sus hogares. La razón fue que muchos de nosotros ya no podemos subir al tlatoani para acompañar en procesión a depositar los alimentos».

Otra de las razones, para realizar la ofrenda en casa, es que este ritual significa un momento de encuentro con su identidad, y desafortunadamente se ha ido distorsionando, por la falta de respeto a una tradición el agradecer que siga protegiendo a su comarca. «Últimamente, los turistas llegan sin respeto o falta de información y se volvió, un atractivo turístico más que un proceso cultural. Por eso, en los altares de las familias tepoztecas, preferimos desde muy temprano comenzar con la organización y elaboración de los alimentos. A las doce del día, invocamos a los cuatro puntos cardinales con incienso, para entrar a la casa y dirigirnos a la mesa del altar para sahumar y comenzar a colocar los elementos, como las ceras, veladoras, tlaxcales, cacahuates, que con el paso de los años se ha ido aumentando».

Cabe destacar que para la preparación del mole verde, las personas limpian la pepita desde ocho días antes, para después tostarla y llevarla al molino, también preparan el nixtamal para los tamales. Y por supuesto, algo que no puede faltar es el pulque, servido en un bule o jarro.

«Algunas personas acostumbran a ofrendar el ponche de naranja agria, que es típico de Tepoztlán. Realmente con el paso de los años, a la ofrenda se le han ido integrando más elementos como el pan, chapulines, itacates y tlaxcales, ya depende de qué tan grande pongas tu altar y tus posibilidades económicas».

La maestra Concepción agregó, «Esta ofrenda por costumbre se realiza para pedir por nuestra protección, el tener buenas lluvias y que los aires nos libren de todo daño; somos un pueblo que ha vivido grandes movimientos sociales, los cuales se han logrado gracias a esta protección».

Al hablar de Tepuztécatl, vamos a encontrar a través de la oralidad de los abuelos la presencia en varias formas, hay quien dice que lo ha visto en forma de un niño, anciano; se manifiesta con un ventarrón, por medio de un sueño. Por tal motivo es fundamental el pedir su intercesión para tener buena salud.

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