Fue a partir de un estudio en ratones realizado en la Universidad Ben-Gurión del Néguev, de Israel. Los investigadores encontraron una proteína clave para reparar el ADN dañado. Se estima que se podrá desarrollar un test para predecir si una persona envejecerá de modo sano o con enfermedades
Un nuevo estudio realizado por una científica de la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Israel, avanzó en la identificación de los genes que podrían ayudar a predecir el envejecimiento saludable. Se trata de un trabajo liderado por la doctora Deborah Toiber y que publicado en la revista de investigación Aging. Descubrió expresiones genéticas que cambian en el envejecimiento patológico, a diferencia del envejecimiento normal o saludable. La investigadora Deborah Toiber, de la Universidad Ben-Gurión, de Israel, estima que, a partir de la comprensión de los mecanismos moleculares, se podrá desarrollar un test para predecir si una persona tendrá un envejecimiento saludable o un envejecimiento con enfermedad.
En los últimos años, se han descripto factores de riesgo que aceleran la aparición de la enfermedad y factores de protección que la retrasan. Los factores de riesgo son la edad, los genes, la baja educación, la hipertensión, la diabetes, las alteraciones del colesterol, la obesidad, el tabaquismo, las enfermedades cardiovasculares, y el sedentarismo. En cambio, los factores protectores para desarrollar un envejecimiento saludable, son el compromiso social, hacer actividades en el tiempo libre como hobbies, la buena alimentación, y la actividad física. De todos esos factores, se sabe que la edad y los genes contribuyen al 65% del riesgo de envejecimiento. Los demás factores se consideran modificables y representan el 35% restante.
De acuerdo con el estudio de Toiber, “durante el envejecimiento, aumenta la incidencia de varias enfermedades relacionadas con la edad, incluida la neurodegeneración, en la que el propio envejecimiento es el principal factor de riesgo”. Los avances tecnológicos de los últimos siglos han cambiado drásticamente el entorno en el que evolucionó el ser humano. Como resultado, la esperanza de vida media pasó de 40-45 años a los 78,8 años en promedio en la actualidad, por la disminución de las tasas de mortalidad infantil, la mejora de la atención médica y las condiciones ambientales favorables.La esperanza de vida media de la humanidad pasó de 40-45 años a los 78,8 años en promedio en la actualidad. Fue por la disminución de las tasas de mortalidad infantil, la mejora de la atención médica y las condiciones ambientales favorables. Sin embargo, hoy es un desafío porque más años de vida pueden significar más susceptibilidad a enfermedades como demencias (Shutterstock)
Pero de repente -en términos evolutivos- las personas que envejecen tienen que hacer frente a nuevas amenazas para la salud y al mantenimiento del funcionamiento del organismo durante más tiempo, ya que hay más personas que sobreviven mucho más tiempo que antes. “Entre los pocos tratamientos que han tenido éxito para retrasar el envejecimiento, la restricción calórica ha demostrado ser eficaz para prolongar la vida útil y aliviar algunos de los efectos perjudiciales del envejecimiento, como las enfermedades cardiovasculares, la resistencia a la insulina y el aumento del daño oxidativo”, escribieron en el artículo en Aging.
Según el equipo de científicos, la restricción calórica y sus efectos está documentada en varios organismos que han servido como modelos en la experimentación, como gusanos, moscas, ratones y el mono Rhesus. No obstante, el mecanismo subyacente de la restricción calórica para revertir el envejecimiento sigue siendo objeto de debate. Por eso, la investigación de Toiber apuntó a identificar qué pasa en las células para desarrollar un envejecimiento saludable.La investigación se hizo en la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Israel. Se focalizó en la proteína SIRT6, que ayuda a reparar el daño del ADN.
La investigación de Toiber se centró en la proteína SIRT6, que ayuda a reparar el daño del ADN. Sus investigaciones anteriores identifican el daño al ADN no reparado como una de las principales causas del envejecimiento, acentuado en pacientes de enfermedades neurodegenerativas. “Mi investigación durante los últimos años se ha centrado en desvelar los secretos de la SIRT6, que descubrimos que desempeña una serie de funciones destacadas en el envejecimiento”, contó la investigadora, quien es profesora titular del Departamento de Ciencias de la Vida de la Facultad de Ciencias Naturales y del Centro Zlotowski de Neurociencia de la Universidad Ben-Gurión del Néguev.
La proteína SIRT6 no solo repara el daño en el ADN, sino que también envía señales a otras proteínas para promover la reparación del ADN. Además, la doctora Toiber ha descubierto que la SIRT6 es una proteína fundamental para la prevención de la neurodegeneración, que puede conducir a las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. En el último estudio, Toiber y su equipo compararon ratones deficientes en la proteína SIRT6 con ratones normales de diferentes edades. Utilizando sus hallazgos anteriores, pudieron determinar los genes “que podrían predecir si un cerebro avanza hacia el envejecimiento saludable o el patológico”. Además, identificaron los genes que serían los más adecuados para la intervención: los genes cuyo daño podría revertirse mediante terapias dirigidas.
¿Qué potencial desarrollo se espera para el futuro? En el futuro, podría desarrollarse una prueba para detectar cambios en un conjunto de genes podría decirnos si nos dirigimos hacia un envejecimiento saludable, según dijo la investigadora Toiber. “A medida que se envejece, los daños en el ADN se acumulan, y repararlos es esencial para una vida larga. Cualquier intervención clínica que ralentice o detenga la muerte de las células nerviosas se traducirá en una mejora de la calidad de vida de los pacientes y sus familias, y ese es el objetivo por el que trabajamos en nuestro laboratorio”, reconoció.
La investigación contó con el financiamiento de la fundación David e Inez Myers, la Fundación Científica de Israel, la Fundación Científica de Alta Tecnología de Israel, y del Consejo Europeo de Investigación (ERC) en el marco del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.