Desde la cumbre desgajada del cerro de la colonia Vista Hermosa, se vislumbra una mina a cielo abierto que devora sin piedad la piel de la tierra. Una fisura expuesta que exhibe las entrañas del suelo. Sus niveles escalonados caen como mandíbulas hambrientas en la excavación. Los montículos de material, como desechos excretados por una máquina, son transportados por camiones de volteo que entran y salen de la mina.
Junto al desplome, Brígido Romero, de 49 años, recuerda aquella mañana del 28 de septiembre de 2021, cuando una cadena de explosiones subterráneas provocó el desgajamiento del cerro. “Como a las 4:00 de la mañana, ya se había ‘corrido’ el cerro. Los que pudieron ver las grietas le avisaron a Protección Civil y desde ese momento sacaron a las familias. Fue algo feo, todo a causa de la trituradora”, asegura.
Días antes, desde las 7:00 horas, el estruendo comenzaba. Veinte veces, sin falta, el eco de las detonaciones sacudía el suelo bajo los pies de Brígido. “Estamos alarmados y espantados, tenemos miedo de que siga esto”, dice. A pesar del deslave, vecinos han atestiguado cómo algunas cuadrillas de trabajadores de la mina han marcado más puntos en otros lugares del cerro.
–¿Qué es lo que sacan de la mina?
– Con la piedra de nuestro cerro, la muelen y hacen cuatro tipos de arenilla, es una trituradora de grava. De allí se abastecen las cementeras de la zona.
Brígido camina sobre lo que fue un próspero huerto en la punta del cerro. Acaricia con nostalgia un árbol de pimienta, otro de mango, uno de aguacate. Las fracturas provocadas por las detonaciones llegaron hasta esa punta, quebrando las raíces de muchos árboles frutales. Brígido camina entre fachadas destrozadas, pedazos de electrodomésticos, balones ponchados, peluches raídos y grietas profundas. Con sus dos manos levanta una piedra y muestra un hueco profundo: “En este lugar metieron la perforadora para hacer las pruebas y saber si hay metales de calidad”.
Mientras tanto, las retroexcavadoras persisten en su danza mecánica, como titanes arrogantes ante el coro de temores humanos. Con su brazo metálico, arañan el cerro inconformes con la cantidad de material que acumulan. Las máquinas son las inquilinas por derecho y las familias del cerro habitantes incómodos. El repiqueteo de la maquinaria es ruido blanco en el cerro.
Atónito ante la mina, Brígido recuerda: “Cuando se cayó el cerro, hubo gente que se enfermó de la presión, de diabetes, al ver su único patrimonio destruido. Se les alteraron los nervios, algunos ya no dormimos en la noche. Tenemos ese miedo de que vuelva a suceder”.
La mina Triturados no metálicos de Morelos S.A. de C.V. es un proveedor de recursos para la industria de la construcción, pues surte a las cementeras de la zona –entre ellas Trivesa Concretos, Cementos Moctezuma, entre otros– con las materias primas necesarias para moldear una geografía de desarrollos habitacionales en el estado de Morelos.
“Gobierno corrupto”
Después de las detonaciones en 2021, Protección Civil (PC) decretó la suspensión de las explosiones mineras; sin embargo, a la fecha continúan los trabajos de explotación de la calera. Los habitantes del cerro de la colonia Vista Hermosa protestaron algunas ocasiones afuera del ayuntamiento exigiendo el cierre de la mina y ser reubicados; sin embargo, ninguna de las dos solicitudes fue atendida a cabalidad.
Días después del derrumbe, nueve familias fueron reubicadas en un albergue junto a la ayudantía de la colonia Vista Hermosa, pero cerró en febrero de 2022, con la excusa de que iban a “ocupar” el lugar para llevar a cabo un evento. “Nos dijeron que nos iban a ayudar para la renta y que harían que la calera dejara de trabajar. Pero eso nunca pasó, la fábrica siempre estuvo trabajando y lo peor es que mucha gente sigue en riesgo”, advierte Cecilia, de 35 años, una de las damnificadas.
“Mi terreno era de 200 metros, tenía dos cuartos en construcción. Después de que se empezó a hacer el socavón, fue PC a dejarnos una nota donde decían que teníamos que desalojar las casas. Había mucha gente que no quería desalojar. Tres personas acababan de echar el colado para construir su casa y apenas la terminaron y no la pudieron estrenar”, recuerda.
“Con gran esfuerzo construimos y logramos tener algo, fue un patrimonio perdido, desde cero tenemos que empezar de nuevo”, dice Cecilia, con voz entrecortada por el peso de la desgracia, mientras relata cómo, con la promesa de un nuevo inicio, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) se comprometió hace dos años a ayudar en la reconstrucción; sin embargo, Cecilia sigue destinando una parte de sus ingresos para pagar una renta.
“El gobierno no ayuda en nada, si hubieran querido trabajar ya hubieran detenido la mina, pero prácticamente no lo hacen. Hay algo muy fuerte, (la mina) no cierra a pesar del derrumbe, el gobierno es pura corrupción en el municipio de Jiutepec”, expresa implacable.
Habitantes incómodos
“Lo más que hicieron fue poner ese letrero para no acercarnos”, dice un vecino ante un anuncio descolorido con el escudo del Ayuntamiento de Jiutepec: “¡Peligro! Zona de riesgo por derrumbe. Prohibido generar edificaciones, construcciones, excavaciones y acercarse a la zona.”
“Es un suelo que la minera no está respetando”, dice tajante. “En menos de cien años han avanzado en la destrucción del cerro y su ecosistema. Es uno de los pulmones de Cuernavaca y la Semarnat debería responsabilizarse, darse una vuelta, porque si este cerro desaparece el cambio climático convertiría más calurosa la ciudad”, expone, como un recordatorio de la importancia de este cerro en la geografía local.
El vecino, que solicita el anonimato por la situación de violencia en el estado de Morelos, recuerda que en el año 2011, las grietas comenzaron a marcar el rostro del cerro. Y ahora, la tragedia repite su guion, pero con más de 50 hogares arrasados por la voracidad minera.
“Estaría bien que las autoridades checaran a quién le está pagando el dueño de la mina por la explotación de la tierra. Actualmente no hay ningún representante comunal, y él mismo lo ha dicho, que no le puede pagar a nadie porque no hay ningún representante, entonces con qué derecho está trabajando una tierra”, cuestiona.
“Hay muchas dependencias que deben intervenir, porque nuestros derechos humanos están siendo violentados, llevamos más de 32 años viviendo aquí, nosotros ya pagamos impuestos todo ese tiempo, hemos pagado agua, luz, invertido en nuestras calles, en nuestros espacios”, dice desconsolado.
“Exigimos que nos respeten la vivienda, que es una herencia para nuestros hijos. No es justo que de un día para otro, todo se destruya por la ambición de una persona, que el gobierno lo revise, que vea si él tiene un permiso, prestarnos al diálogo y ver de qué forma nos pueden apoyar a todos”, explica.
–¿No les han dado un apoyo oficial?
–Pues hasta ahorita no, la única dependencia que se acercó fue PC, pero porque les pedimos respuestas. Ya la mina arrasó con todo, deben ponerle un límite.
Negocio familiar
La empresa Triturados No Metálicos de Morelos S.A. de C.V. es propiedad del Grupo Bazet, una entidad que forma parte del conglomerado empresarial de la familia Barbará Salazar.
Además de Grupo Bazet S.A. de C.V., los socios registrados en Triturados No Metálicos de Morelos S.A. de C.V. incluyen a varios miembros de dicha familia, entre ellos Francisco Javier Barbará Salazar –administrador único–, Patricia María, María del Rocío y Manuel Ignacio.
Esta familia también posee Arrendadora Bazet, una sociedad empresarial que pertenece al ingeniero Javier Barbará Zetina y Sara Guadalupe Salazar. Curiosamente, aunque el apellido del padre de la familia se registra como “Barbará”, en los registros de la mina Triturados No Metálicos de Morelos S.A. de C.V. figura con un error tipográfico que lo presenta como “Barbera Salazar”, incluso en otros documentos de la misma empresa como “Barbaña”. Sin embargo, la discrepancia en la ortografía del apellido no altera el hecho de la propiedad y la participación de la familia en la empresa.
Triturados No Metálicos de Morelos S.A. de C.V. se constituyó en junio de 1983 como una entidad dedicada a la actividad minera y extracción de materiales no metálicos, como arcillas, arenas y grava. Se trata de una sociedad válida, al menos, hasta el año 2082. Esta mina extrae mil 500 metros cúbicos (m3) de agregados pétreos por día, según estimaciones del Servicio Geológico Mexicano (SGM).
En julio de 2002, Triturados No Metálicos de Morelos S.A. de C.V. modificó el objeto de la sociedad a fin de que además de explotar canteras para la obtención de cal, piedra, arcilla y barro, también estén facultados para “la compraventa de toda clase de materiales explosivos para la explotación de yacimientos y canteras”, según el documento 100T5 del Registro Público de Comercio (RPC).