La fracasada y cuestionada estrategia de seguridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con sus “Abrazos, no balazos” es repudiada cada vez más por los mexicanos, porque está causando un baño de sangre nunca antes visto en el país, ni siquiera en las épocas de la sangrienta guerra calderonista contra el narco. Lo mismo en paros de transportistas la semana pasada, donde protestan por los robos y asesinatos en las carreteras y se dicen arrepentidos de haber votado por Obrador, que, en ciudades de Guerrero como Chilpancingo, Acapulco y Taxco, que están paralizadas por el crimen organizado, o en los colectivos de madres buscadoras que siguen siendo asesinadas por los sicarios del narcotráfico.

No hay ningún indicador serio y objetivo, más allá de las maquilladas cifras oficiales y el discurso necio, obcecado e indolente del presidente, que demuestre que la actual estrategia para combatir al narcotráfico y darle la seguridad y paz que se le prometió a los mexicanos haya funcionado. Por el contrario, la cifra de los 171 mil asesinatos cometidos en lo que va de este sexenio, confirman que el gobierno de la 4T pasará a la historia como el más violento para los mexicanos en las últimas décadas, superando con creces la violencia que le dejaron sus antecesores.

A esa estrategia que ha dejado suelto al narcotráfico, que le ha dado impunidad y patente de corso a los capos y sus sicarios crueles y sanguinarios, y que hoy tiene sumidos en el caos a más de la mitad de los estados de la República, le dio su apoyo la candidata presidencial de Morena Claudia Sheinbaum que, en un encuentro con medios este fin de semana en el norte de la República, fue cuestionada de manera directa sobre si mantendrá o no la misma política de seguridad del actual gobierno. “La política (de seguridad) que ha vivido México en los últimos 5 años ha sido ´Abrazos, no balazos´, si usted llegase a convertirse en presidenta de México, su política ante las inseguridades sería la misma, ´Abrazos, ¿no balazos´? ¿Y más que el slogan, su filosofía sería la misma?”.

La respuesta de la que hasta ahora es la candidata puntera en las encuestas, no dejó lugar dudas, ni de su sumisión incondicional al presidente, que no la deja tener ideas o propuestas propias, ni de que con ella México seguiría en la misma ruta de dolor, sangre y abandono de la población al reinado del terror del narcotráfico: “A ver, hay que poner todo en contexto ¿no? Cada 15 días el presidente hace una evaluación de la seguridad en el país, eso nunca había habido antes en la historia de México. No sé si se fijan: la primera sección de su mañanera, cuando habla de seguridad, se llama ´cero impunidades’, y ahí el secretario de Defensa, de la Marina, de Seguridad Pública hablan de detenciones, de cómo han incautado, de cero impunidades. Yo lo veo de esta manera, lo que no queremos es guerra, y además una guerra simulada”, respondió la doctora Sheinbaum a la pregunta del periodista.

Primero alguien tendría que decirle a Sheinbaum que la guerra que no quiere ya existe y se está librando en la mayor parte del territorio mexicano. Y es una guerra sangrienta, dolorosa y sobre todo desigual de los criminales y narcotraficantes en contra de la indefensa y abandonada población civil. Una guerra que lo mismo le cuesta la muerte de dos familiares directos en menos de 24 horas nada menos que al líder del Senado Ricardo Monreal, que obliga a pobladores de Chicomuselo, Chiapas, o de Valparaíso, Zacatecas, a salir de sus casas y sus tierras y ser víctimas de un desplazamiento forzoso para huir de los narcos que los asesinan e intimidan. Una guerra que no es la del pasado calderonista, de la que se viven hablando el presidente y su candidato, que si bien fue cruenta, cruel y sangrienta, hoy en los tiempos de la 4T y del obradorato, han superado con creces la violencia y el dolor que tanto le cuestionan al ex presidente Calderón.

Porque mientras en Reynosa y en toda la frontera de Tamaulipas llevan varios días con balaceras, retenes del narco y fuegos cruzados en las calles de las ciudades fronterizas, y en Chilpancingo y Taxco los niños llevan semanas sin asistir a la escuela, el transporte público está paralizado por los ataques del narco y la gente no sale de sus casas y los comercios cierran sus puertas por miedo, la candidata que aspira a gobernar a este país, y que hoy tiene las mayores probabilidades de lograrlo, sigue hablando del pasado, de que no quiere una guerra y de que ella seguirá con la misma política negligente, criminal y cómplice de su amado jefe López Obrador:

“Aquí en este país y nunca se nos debe olvidar, en nuestro país, hubo un presidente que llegó con un fraude electoral y que decidió declarar la guerra en su propio territorio. Eso ya no lo queremos en México, nosotros lo que queremos es abrazar a los jóvenes y no queremos que haya permiso para matar porque eso es la guerra. En la época de Calderón los homicidios aumentaron en más del 200% porque había permiso para matar, incluso Calderón habló de que no importaba si había daños colaterales. Y entonces el presidente (López Obrador) dice ´guerra no´ y entonces se ha querido interpretar de que a los delincuentes hay que abrazarlos, no, no se trata de eso, se trata de que construyamos un país pacífico, de construir la paz, no la guerra, y ahí hay que abrazar a nuestros jóvenes y al mismo tiempo generar una política de cero impunidades con justicia, no se trata de mano dura, se trata de justicia”, contestó la candidata.

El problema es que Claudia Sheinbaum repite los mismos conceptos ya gastados y claramente fallidos del presidente e igual que él, confunde la política social de apoyar a los jóvenes, con la obligación constitucional del gobierno de enfrentar al crimen y garantizar la seguridad de los mexicanos. Lo mismo que hoy promete la candidata de Morena, lo prometió López Obrador hace seis años: conceptos tan vagos y grandilocuentes como “pacificar al país”, “abrazar a los jóvenes”, “cero impunidades”, “no se trata de mano dura, sino de justicia”. Hasta ahora, cinco años después, ninguna de esas frases demagógicas y huecas, probó ser efectiva ni se supo instrumentar en la realidad cotidiana de un país que hoy está rankeado entre los más violentos del mundo.

Y si todo lo que tiene para ofrecer la doctora en materia de seguridad, violencia y narcotráfico, que es hoy el problema que más desangra, extorsiona, expulsa y desaparece y mata a los mexicanos, es más de lo mismo de la demagogia lopezobradorista, que exalta a los narcos y defiende sus derechos, mientras deja en el abandono y la indefensión total a los ciudadanos, entonces tenemos un problema. Seguir en la ruta de la absurda, inepta e irresponsable política de seguridad del actual gobierno en un eventual gobierno encabezado por Sheinbaum, sería terminar de consolidar en el país un “narcoestado”, con “narcopresidente o narcopresidenta” y con los Cárteles de la droga convertidos en los amos y señores, en el poder real de este país. ¿A eso nos quiere llevar la mujer que podría ser la primera presidenta de México?

Ojalá en algún momento Claudia Sheinbaum pueda hablar de lo que ella piensa y propone a los mexicanos, sin tener que hablar, elogiar o adular a López Obrador y a su gobierno. Y también sería deseable que, siendo como tanto la promueve su tutor político, “una mujer de ciencia, inteligente y muy preparada”, la doctora empiece a demostrarlo no repitiendo el mismo discurso gastado e inservible de criticar y culpar de todo al pasado. Ya tuvimos seis años de un presidente que sólo vio hacia atrás, al pasado que ya no puede cambiarse; ojalá no tengamos otros seis años de una presidenta que vuelve a culpar al pasado, mientras se le derrumba el presente y nos compromete el futuro del país.

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