Cuitzeo es un pueblo mágico de corazón festivo a la ribera de un lago calmado y transparente. Con solo recorrer la carretera te enamorarás de este lugar. Su centro ceremonial Tres Cerritos recuerda el esplendor purépecha, mientras que el templo de Santa María Magdalena preside la plaza principal. Su gastronomía un gran recuerdo: charales, ancas de rana y pescado blanco.

Los purépechas se asentaron en la ribera norte del lago de Cuitzeo. Llegaron los agustinos y construyeron un extraordinario convento para evangelizar la región. Cuitzeo creció y hoy este apacible Pueblo Mágico esconde bajo la aparente quietud un corazón festivo, barrio a barrio.

Probablemente el trayecto por carretera entre Morelia y Cuitzeo sea uno de los más hermosos del estado. Construida sobre el lago, la carretera parece volar sobre las aguas. En la orilla algunos pescadores faenan bajo la atenta mirada de las garzas. La superficie del lago brilla y refleja los cerros vecinos. La estampa por la mañana parece irreal.

El lago de Cuitzeo, el segundo más grande de México, ha sido durante siglos sustento de miles de personas que viven en su cuenca. Su importancia queda atestiguada por los centros ceremoniales purépecha encontrados. Uno de estos centros, Tres Cerritos, se alza junto al Pueblo Mágico de Cuitzeo, recordando que este lugar siempre tuvo relevancia simbólica.

En 1549 los agustinos eligieron Cuitzeo para ubicar el convento desde el cual emprenderían la evangelización de esta región. El magnífico conjunto conventual de Santa María Magdalena alberga hoy el Museo de la Estampa. Los murales en la capilla de indios, el claustro y especialmente la magnífica sala capitular demuestran la gran relevancia de Cuitzeo en la evangelización de Michoacán. Una visita inolvidable.

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