El presidente municipal de Zacatepec, José Luis Maya, lideró un homenaje matutino en honor a Manuel Vergara Salgado, excañero de Tlaquiltenango, quien fue parte de los equipos Cañeros del Zacatepec, Pachuca, Poza Rica y Cuautla en sus mejores momentos. Vergara Salgado es el único sobreviviente del equipo de la Selva Cañera.
Luis Maya Torres expresó su profundo respeto y cariño hacia el gran exjugador.
En el evento estuvieron presentes miembros del Ayuntamiento, así como exjugadores y el exentrenador Antonio Tafolla, Mario Hernández Calderón y Juan Barón.
Además, se presentó el libro «Leyenda Tlahuica en el Fútbol», escrito por el hijo de Manuel, donde se relatan todas sus experiencias en el deporte.
Este libro ya fue presentado en Poza Rica donde el ex cañero tuvo un buen paso anotando cuatro goles en una final, ciudad petrolera donde fue muy apreciado, fue invitado y estuvo presente en la fiesta de los 100 años de los ”Tuzos” del Pachuca, también hace algunos meses se dio a conocer en la ciudad de Cuautla donde se reunió con varios de sus excompañeros.
Manuel Vergara Salgado, conocido como el excañero, fue discípulo del profesor Nacho Trellez, quien le brindó la oportunidad de jugar en el equipo Cañero. A lo largo de los años, Trellez volvió a llamar a Vergara Salgado al equipo tras el fallecimiento de Agustín «Coruco» Díaz.
Vergara Salgado recuerda que, junto con su hermano, ambos jugaban al fútbol, pero su padre les pidió que uno de ellos se dedicara a trabajar para mantener el hogar.
Su hermano decidió trabajar, lo que permitió que Manuel se enfocara completamente en el fútbol. Gracias a su talento, fue contratado por el equipo Cañero.
Además, el excañero menciona su amistad con el «Monito» Rodríguez, quien lo invitó a jugar en el Zacatepec. Posteriormente, Vergara Salgado fue transferido al América, donde tuvo éxito.
Recuerda con nostalgia la época en la que se jugaba por amor a la camiseta en el equipo Cañero, donde fue campeón en la temporada 1954-1955.
Agregó que sintió mucho cuando se fue Fernando “La Cira” Dávila pues eran los únicos, ahora ha quedado como «el último cañero vivo», por lo que agradece a Dios por su vida y carrera deportiva.