César Augusto Ruiz Rivera presenta su libro en el que aborda la creencia sobre el fenómeno del arcoíris
El antropólogo César Augusto Ruiz Rivera presentó su libro El arcoiris tepozteco, entre el turismo y la costumbre ritual, en el Auditorio Ihuicalli, ubicado en el Pueblo Mágico de Tepoztlán. Este libro es en esencia, a decir del autor, «una gama de muestras culturales de todos los colores que se pueda uno imaginar».
«El libro sale a colación durante mis estudios de doctorado, al publicar mi tesis que refería a las ofrendas que se dan en las cuevas y barrancas del poblado de San Andrés de la Cal, en Tepoztlán, para pedir la lluvia», expresó
El arcoíris tepozteco trata sobre el cuerpo cosmogónico, que engloba una costumbre ritual y una creencia sobre el fenómeno del arcoíris atmosférico, pero también es simbólico.
«El arcoíris forma parte de un mito y es parte de un cuerpo cosmogónico, donde el puente para trascender a la muerte misma es lo que encontramos en muchas culturas. Un misticismo de trascender. Hoy en día, la costumbre ritual se funde del turismo moderno; es decir, toda persona tiene costumbres rituales, desde que yo me levanto tengo una costumbre de hacer ciertos pasos, por ejemplo. Entre las páginas van a encontrar, como ritualizó las costumbres ancestrales de mi pueblo».
Este libro formaba parte de un capítulo del doctorado que César realizó, el cual que no incluyó en ese escrito. Ese primer texto habla sobre las ofrendas y describe detalles de lo que compone actualmente las ofrendas. Este capítulo, se dejó para un estudio más profundo por consejo de su director de tesis, pues aborda las creencias, que no son creencias sincréticas religiosas, sino que forman parte de un cuerpo cosmogónico y de valores humanos, donde el Huhuentle (don Ángel Puebla), llevaba a las cuevas las ofrendas, pero más que eso, se dedicaba a pulir su comportamiento y mentalidad frente al medio ambiente y a la naturaleza.
«El Huehuentle es el hombre sabio, en ese conocimiento está exactamente de lo que se ocupa en este escrito, el cuerpo cosmogónico con valores humanos universales, que se estacionan en la persona Don Ángel, personaje que abrió sus brazos hacia una amistad, desde el año 1985 que llegue a vivir al pueblo de San Andrés. Desde entonces, año tras año, me iba con él a las cuevas para ayudarle con las ofrendas».
Después de un tiempo de vivir en el pueblo, Don Andrés lo llamó para decirle «Me he dado cuenta que a usted le interesa lo de las ofrendas, las cuevas, las costumbres y el pueblo, así que, quiero invitarlo a que escuche mi historia y lo que yo sé», así fue como surgió esa amistad.
«Entre semana o una vez al mes íbamos al cerro y a las cuevas a platicar, de estás pláticas surge el escrito del libro».
Para la realización del libro, el autor se llevó casi cinco años, ya que fue enriqueciéndolo gracias a las pláticas, tuvo que reescribir en varias ocasiones, unir, cortar, volver a leer y recomponer.
El libro es una obra que somete a la reflexión sobre la esencia del hombre y su relación con su entorno y la manera en cómo relaciona su presencia terrenal en un mundo subjetivo trascendental, al que llamamos espiritualidad.