Después del agua, el café es la bebida más consumida a nivel mundial por lo que resulta de interés hablar sobre este particular ingrediente que involucramos en nuestra rutina.
Al igual que el té, carecen de un valor en calorías significativo (no hay aporte de carbohidratos, proteínas o grasas). Lo que sí posee, son propiedades organolépticas, antioxidantes y estimu- lantes (como la cafeína).
El valor nutritivo (en calorías) que se le confiere tiene relación con las sustancias que se le añaden como leche, azúcar, miel y otros.
Algunos factores que influyen en definir la composición exacta de una taza de café son:
• Cantidad de café molido
• Método de preparación
• Grado de molienda
• Proceso de tueste del grano.
La cafeína es una sustancia farmacológicamente activa, que tiene otras sustancias como la teofilina (con propiedades similares a la cafeína) y la teobromina; se absorbe rápidamente tras su consumo con una vida media de 4 horas, no se acumula en el organismo y su metabolismo es rápido.
Su principal acción farmacológica es la de estimular el sistema nervioso central, reduciendo la sensación de fatiga y somnolencia mientras que aumenta la frecuencia cardiaca (ritmo cardiaco).
Una inquietud frecuente, ¿produce adicción?
La respuesta es que no. Sin dudas, muchas personas experimentan síntomas de abstinencia al suspender bruscamente el consumo rutinario (como dolores de cabeza, náuseas) pero esto cede completamente al cabo de dos semanas.
¿Dónde encontramos mayor proporción de cafeína?
Principalmente en la modalidad de café “expreso”, por esto notarán que la ración que se sirve es menor que el café “regular” o americano cuyo proceso de filtración es distinto.
Cada persona tiene una capacidad o tolerancia individual de asumir el grado de cafeína, por lo que una recomendación estándar no es posible.
Algunos estudios sugieren que 2 a 3 tazas al día resultan inocuas y se han relacionado con un beneficio cardiovascular principalmente a nivel del endotelio en las arterias. Tomando en cuenta que esta recomendación no incluye los ingredientes adicionales (azúcar, miel, aceites, cremas).
En conclusión, esa taza regular que ingerimos con frecuencia se considera saludable, siempre que cuidemos proporción de cafeína y adicionales (leche, azúcar o sus derivados).