Chiapas ha tenido en las últimas dos décadas una transformación vertiginosa en la diversificación de credos religiosos, al punto de que es considerado el estado con el menor número de católicos y el de mayor número de protestantes del país.

Desafortunadamente esta diversidad religiosa ha desa-tado una serie de conflictos entre la población, generando así desplazamientos forzados, enfrentamientos armados y la quema de viviendas.

El avance de otras religiones con el paso de los años ha sido sustancial; por ejemplo, en el 2010, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 58.3 por ciento de la población en Chiapas se declaró como católica, apenas el 19.2 % se ubicó en la categoría de protestante, cristiana o evangélica. Otro 8.2 % practicaba otras religiones, mientras que un 12.1 % manifestó estar sin religión.

Una década después, el Censo de Población y Vivienda en 2020 demostró que la entidad se convirtió en un territorio rodeado de al menos siete grupos religiosos. Lo que demuestra que la religión católica, dominante en el resto del país, ha perdido arraigo en la entidad.

Las cifras actuales muestran que el 53 % de la población manifestó ser católica (a diferencia del 58.3 % del 2010) y en números cerrados se traduce en dos millones 985 mil 644 personas. Los números en ascenso los muestran los grupos protestantes, cristianos o evangélicos, debido a que pasaron de 19.2 % hace una década a 32.4 % actualmente, siendo un millón 795 mil 861 creyentes.

Además de los católicos y evangélicos, las nuevas creencias religiosas muestran la aparición de 477 personas que están en el grupo judaico. Son 365 más las que pertenecen al islámico. Con un número más elevado están las raíces étnicas, con 11 mil 427 practicantes.

Para el caso de los grupos afro, apenas son 189 creyentes y 345 más que se declaran afines al grupo religioso espiritualista. Quienes practican otras religiones son dos mil 626 personas; en tanto que sin religión, son unas 695 mil 496 personas, representando el 12.5 % de la población en Chiapas.

Desplazados, retenidos y quemas

La intolerancia religiosa y actos violentos como consecuencia se han particularizado en regiones como los Altos, Selva y Frontera.

Las expulsiones de grupos disidentes a la religión dominante se han vuelto cada vez más común; sin embargo, éstas inician primero con actos de acoso como cortes de luz y agua, además de agresiones verbales que generan temor por la vida e integridad de la familia.

Entre los casos documentados recientemente, se encuentra el de abril de 2019, cuando se informó que 11 indígenas tseltales evangélicos de la comunidad de Chiquinivalvó, en Zinacantán, fueron llamados a una asamblea comunal, donde se supone se deben tocar temas de interés general. Dicha reunión fue para establecer los puestos de organización de cara a la festividad católica de la Santa Cruz.

La elección de estas autoridades, denominados mayordomos, es para encargarse de gestionar, administrar e inclusive contribuir económicamente para que se lleve a cabo esta fiesta. En dicho acto, la comunidad decidió que Juan Hernández Pérez, pastor evangélico, fuera el mayordomo, pero por obviedad éste desistió del puesto.

La negación de Hernández Pérez trajo consigo que fuera retenido por más de un día junto a 11 personas más. Cabe señalar que la designación para la mayordomía se realiza bajo usos y costumbres. Por tanto, según los señalamientos internos, cada miembro de la comunidad debe ser asignado de forma rotativa para apoyar a realizar dicha festividad.

Un mes antes de este hecho, un grupo de familias evangélicas también fue retenido en la ranchería Chihuahua, en el municipio de La Trinitaria; sin embargo, delegados de la secretaría realizaron gestiones para su liberación y se firmó un acuerdo de respeto y paz.

Otro caso similar al de Chiquinivalvó, fue el de Yashtinin en San Cristóbal de Las Casas durante 2012, cuando 11 familias fueron desplazadas por practicar una religión distinta a la de su comunidad. En ese entonces, el gobierno de Juan Sabines Guerrero atendió el caso de manera fortuita al ubicarlos en un albergue. En 2015, durante el gobierno de Manuel Velasco Coello, se realizó una firma para reubicarlos, dándoles un terreno, pero ya no eran 11 sino que ascendieron a 32 familias, debido a que se dieron desplazamientos paulatinos durante esos tres años, sin embargo, hasta ahora las familias indígenas viven en el desamparo.

Según Luis Antonio López Herrera, abogado e integrante de las asociación “Misión 21 grados”, quien ha llevado casos durante los últimos 12 años, indicó que tiene al menos seis denuncias formales para pedir la reubicación y detención de responsables del desplazamiento por razones religiosas de 115 familias de nueve comunidades, un total de 700 personas, entre ellas niños, niñas y adultos mayores, quienes hasta ahora no pueden regresar a su hogar.

Otro caso fue la expulsión de indígenas evangélicos de una comunidad de Las Margaritas en enero de 2016. Por igual el de autoridades del ejido Mariano Matamoros del municipio de Venustiano Carranza, donde respaldadas por la mayoría de la población católica, cortaron la luz y el drenaje y además despojaron de dos predios a unas 30 familias evangélicas, conformadas por más de 120 personas.

Por último, evangélicos de la comunidad Las Ollas, ubicada en San Juan Chamula, denunciaron que el 8 de enero fueron golpeados por autoridades tradicionales, en represalia por negarse a cooperar con 250 pesos por familia para la celebración de la Virgen de Guadalupe.

El último evento sucedió el pasado 17 de junio, cuando ocurrió la destrucción de cinco casas en Mitzitón, San Cristóbal de Las Casas, por ser seguidores de una iglesia evangélica.

Católicos, indígenas y ateísmo

Al respecto de la pérdida de feligreses católicos, Gilberto Hernández, responsable de medios de comunicación de la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, afirmó que en la zona indígena tsotsil, el porcentaje de deserción es en realidad muy bajo puesto que los indígenas son realmente muy fieles a sus creencias.

Hernández manifestó que junto a otros representantes de la Iglesia cristiana, no católica, han detectado un incremento de ateísmo, en especial en ciudades como Tuxtla Gutiérrez y Villaflores. Justificó que dicho fenómeno es debido al avance educativo poblacional, al superar la formación de licenciatura o grado superior.

El sacerdote reconoció que desde la década de los 40 y 50, la Iglesia católica tuvo una deficiencia de sacerdotes y aunque la población sí fue evangelizada, el paso del tiempo generó un fuerte sincretismo de la religión universal con las creencias de los pobladores de zonas alejadas.

Además, en la mitad del siglo XX, grupos de denominaciones cristianas no católicas llegaron a México y a la entidad para consolidarse como una opción espiritual adicional.

Hernández hizo hincapié en que la Iglesia católica no realiza el cobro de diezmo, puesto que sólo se recibe el apoyo por medio de donaciones que se llevan a cabo durante la celebración de la misa, pero cada persona que acude puede aportar lo que desee o no, lo cual no es condicionante para ser feligrés.

“Las donaciones son empleadas en el pago de servicios, como agua, luz, teléfono, pago de predial y demás gastos para la manutención de los edificios de la propia iglesia”, explicó.

El representante católico recordó que los sacramentos no tienen costo alguno, pues son servicios que se brindan a la feligresía, pero que sí se solicitan cuotas de apoyo para ciertos eventos, en especial bautizos y primeras comuniones, puesto que los recursos que se obtienen son utilizados para el pago de papelería, utilización de equipos de cómputo y demás necesidades que se deben de cubrir.

Sin embargo, servicios como la unción de los enfermos o una confesión se realizan sin costo alguno, pues no se justifica motivo alguno para cobrarlos, apuntó.

Respuesta gubernamental

De acuerdo a Pedro Pablo Pérez López, titular de la Dirección de Asuntos Religiosos de la Secretaría General de Gobierno, en lo que va de la actual administración no se han presentado conflictos religiosos que deriven en desplazamientos, enfrentamientos o agresiones, como ocurría anteriormente, gracias a la intervención de los gobiernos municipales y las instituciones estatales.

Comentó que Chiapas es un estado muy importante a nivel nacional en el tema religioso, ya que convergen diferentes expresiones de fe, lo que lo convierte en el más diverso en ese sentido. La mayoría de los habitantes profesan una religión, siendo las más numerosas la católica y la evangélica.

Anteriormente este panorama era causa frecuente de conflictos entre creyentes de las diferentes religiones, con fuertes enfrentamientos e incluso desplazamientos forzados, poniendo a Chiapas en el ojo nacional como atención prioritaria en el tema, sin embargo, hoy día estos asuntos se atienden oportunamente antes de que deriven en agresiones.

Enfatizó que a través de esta Dirección se han concentrado en trabajar para que haya garantías de credo, que todos los habitantes tengan la libertad de expresar su fe en cualquier religión. Han trabajado de forma coordinada con los tres órdenes de gobierno, para la atención de posibles controversias.

Además promueven un diálogo permanente con el Consejo Interreligioso de Chiapas, que aglutina todas las expresiones de fe. Hacen reuniones periódicas con los representantes para promover y fomentar el respeto entre los fieles de cada religión de manera que no haya conflictos por diferencias.

Enfocan los trabajos de capacitación y sensibilización en todo el estado, pero ponen especial atención en la región Altos, Frontera y Selva, donde históricamente se generan más controversias religiosas, mismas que hasta se han logrado prevenir y controlar.

Reiteró que Chiapas se distingue porque aquí convergen todas las expresiones de fe, incluso ya hay presencia de musulmanes y de la Luz del Mundo, aunque la Iglesia católica y evangélica continúan siendo las más numerosas. Le siguen adventistas, testigos de Jehová, mormones, pentecostales, presbiterianos, entre otros.

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