Un fin de semana en Tepoztlán basta para entrar en contacto con el ritmo de la naturaleza, redescubrir el poder sanador de una escapada fuera de la ciudad y descifrar, de una vez por todas, qué es lo que hace a este Pueblo Mágico tan especial
¿Qué es lo que hace tan único a Tepoztlán que, desde hace más de tres mil años, atrae a viajeros decididos a mejorar su bienestar y reconectar con su entorno natural?
“Podemos comenzar a entenderlo en la montaña, que tiene una energía muy especial; apenas te empiezas a acercar, la sientes”, explica Jorge Rodríguez Almanza, quien llegó a esta región del norte de Morelos hace seis años seducido por la oportunidad de profundizar en la meditación en uno de los sitios que más han avanzado la práctica en todo el continente.
“Hay quien dice que se debe a la gran cantidad de hierro que encontramos en estas rocas y que les confiere propiedades magnéticas», continúa. “No se si sea eso, pero lo que es un hecho es que, aquí, vives experiencias muy interesantes”.
El maestro de yoga (a quien puedes seguir en @shiva_hitendra) está hoy al frente de las meditaciones guiadas y clases de yoga que, junto a un cuidadísimo spa, un restaurante de sabores regionales y una propuesta de diseño con los pies bien plantados en la identidad mexicana, componen la columna vertebral de Amomoxtli (amomoxtli.com): un exclusivo hotel de 37 habitaciones que se antoja como la vía de acceso ideal a los secretos milenarios de sanación que habitan estos bosques.
Ubicado a menos de 90 kilómetros desde la Ciudad de México, Amomoxtli –construido en una propiedad de grandes jardines de eucaliptos, bugambilias, jacarandas y ceibas que antes fuera un pequeño albergue dedicado, por completo, al estudio y la práctica de la yoga– ofrece un programa de actividades ligadas al entorno, como caminatas, cabalgatas, sesiones reflexología y meditaciones guiadas, que retoman los principios de misticismo y armonía que caracterizan a la región, y cimentan una de las experiencias de hospedaje de lujo más cercanas a la capital.
A la sombra de la sierra del Tepozteco que, por la mañana, se pintan de azul ante las primeras luces del día, el hotel –operado por la firma mexicana Hamak Hotels, responsable de otras propiedades muy celebradas, como Chablé, en Yucatán y El Santuario, en Valle de Bravo–, sabe que las claves para escribir el futuro del turismo en Tepoztlán depende de su habilidad para preservar su encanto tradicional. Como lo explica el maestro Rodríguez Almanza, “este lugar invita a una conexión más interna, más profunda”.
Raíces expuestas
“Partimos del conocimiento ancestral que sobrevive en la zona pero actualizado con los avances y métodos terapéuticos contemporáneos”, afirma, directora del spa Amomoxtli que, además de presumir su propio temazcal y amenidades preparadas con ingredientes locales, ofrece un menú de tratamientos inspirados en las tradiciones medicinales de la zona, como el Ritual Desintoxicante Copalli y el Baño Sagrado de Mayahuel, que aprovecha las propiedades curativas de un baño de pulque.
En Tepoztlán, el pasado es cosa de todos los días.
¿Y por qué es tan especial? Quizás la respuesta se encuentra en la memoria de lo viajeros que, procurando su bienestar físico y mental, han enriquecido la leyenda del imponente Tepozteco y cuyas voces –al igual que la de Jorge Rodríguez Almanza quien hoy me guía a través de un gigantesco espacio luminoso– mantienen con vida un pasado que, todavía, tiene mucho que decir.
Tesoros de la tierra
Para completar una visita que es, al mismo tiempo, un viaje al pasado y una exploración del conocimiento tradicional que anima a esta región del mapa, Mesa de Origen ha diseñado un menú de platillos ancestrales, como el pozole de hongos y el conejo en mole de ceniza, preparados con ingredientes morelense, y técnicas como el tlecuil y el horno de piedra. (mesadeorigen.com)
Contacto natural
En correspondencia con las visitas a la pirámide del Tepozteco, que descansa 400 metros sobre Tepoztlán y al final de un desafiante camino de 2.5 kilómetros, la creciente cultura del bienestar en la región ha detonado, también, la expansión de un intrincado sistema de senderos, con diferentes niveles de dificultad, perfectos para explorar la naturaleza de la zona, ya sea a pie, a caballo o en bicicleta.
DOMINGO ÁLVAREZ