No es un castigo sino el efecto de acciones pasadas. Las acciones correctas resultan en karma positivo, salud, alegría, bienestar. Cómo cambiar el karma negativo.
Karma es una palabra sánscrita que se traduce como Acción. Es el nombre que se le da a la Ley de Causa y Efecto que impera en nuestro Universo, la conozcamos o no.
Cada una de nuestras acciones de cuerpo, palabra y mente, causan un efecto de cualidad similar a la acción.
“Lo que siembres cosecharás”. Si planto tomates, por mucho que lo desee no obtengo manzanas.
Lo que experimento hoy es el efecto de las acciones pasadas y lo que experimentaré mañana será la consecuencia de las acciones de hoy.
Desde este conocimiento no me considero una víctima de mis sufrimientos: soy la causante de ellos en un estado de ignorancia que me condujo a las acciones erróneas de cuerpo, palabra y mente.
Si mi sufrimiento depende sólo de mí, o de mi interpretación de lo que experimento, tengo el poder de cambiarlo. Si le entrego este poder a otro, haciéndolo responsable de mis penas, estoy perdida, porque nada puedo hacer para cambiarlo.
Con esto quiero decir que karma no es castigo, es acción y su resultado.
Mis acciones correctas resultan en karma positivo, salud, alegría, bienestar, etc. Mis acciones incorrectas, en lo contrario.
Lo maravilloso de hacerme cargo de mis acciones, es que puedo cambiarlas y, por lo tanto, dejar de experimentar el karma negativo.
Hago una aclaración: es mi comprensión, dentro de mi experiencia y conocimientos. No es la Verdad Revelada, es la verdad para mí, por ahora.
Abandonar las acciones negativas del cuerpo es el primer paso, y es importante aclarar que también me refiero a acciones negativas contra uno mismo.
Las acciones negativas de la palabra necesitan de una acción más sutil de la conciencia, ya que es el paso siguiente al pensamiento. Son casi tan fáciles de identificar como las del cuerpo, porque podemos ver el efecto de nuestras palabras en los otros.
Por último, las acciones mentales son las más sutiles. Sobre todo si creemos, erróneamente, que nuestros pensamientos no afectan a los otros. Aunque tengamos esta creencia, no podemos negar que sí, nos afectan a nosotros mismos.
Retomemos el ejemplo del enojo. Estoy furiosa con alguien que me dañó de alguna forma. Con un poco de conocimiento, no le devuelvo el daño. Con un poco más de conocimiento, no verbalizo mi furia. Con una claridad mayor, disuelvo la furia en mi mente, analizo la situación y luego actúo o no desde la comprensión de la experiencia.
Estos tres pasos de selección de nuestras acciones, resultan en impedir la manifestación del karma negativo y en la generación del positivo.
Las enseñanzas que más me han ayudado a lograrlo son del Señor Buddha y dicen así:
1 – No dañar.
2 – Beneficiar.
Y se pueden traducir así:
1 – No hacerle a los otros lo que no te gustaría que te hicieran.
2 – Hacerle a los otros lo que te gustaría que te hicieran.
Si logramos instalar esto en nuestra mente, para que lidere todas nuestras acciones, iremos por la vida generando karma positivo e impidiendo la manifestación del negativo.
Creo que éste es un primer acercamiento al tan vapuleado concepto de Karma.
Sirve para entender por qué es tan útil la meditación, que utilizada de la manera correcta nos aleja del sufrimiento.